1. Toma desayuno todos los días, pues es fundamental para que empieces la jornada con energía.
2. Divide la alimentación total del día en cuatro comidas más una colación de media mañana. Lo ideal es no dejar pasar más de cuatro horas entre cada comida, para evitar ayunos prolongados.
3. Aumenta el consumo de frutas y verduras crudas. Opta por aquellos que están en estación, pues el sabor será mucho más fresco.
4. A la hora de cocinar, prefiere preparaciones hechas al vapor, horno, plancha o envueltas en papel aluminio al horno. Además, usa sartenes antiadherentes, para minimizar el consumo de aceite.
5. Consume legumbres por lo menos dos veces por semana, ya sea en guisos o en ensaladas. Pero ojo, que la porción no debería superar a 1 taza y en horario de almuerzo.
6. Cuando prepares sopas o caldos, déjalos en el refrigerador unas horas antes de consumirlos, para que la grasa se solidifique y así se pueda sacar con la espumadera.
7. Elige colaciones saludables, como frutos secos, pero en forma controlada. También puedes optar por frutas deshidratadas, como chips de manzana.
8. Acostúmbrate a tomar un vaso de agua en ayunas, todos los días cuando despiertes. Además, se recomienda que a lo largo de la jornada tomes, al menos, dos litros de agua.
9. Intenta consumir menos sal. Luego de unos días sin agregar sal adicional a tus platos, te acostumbrarás a los sabores naturales.
10. Come pescados o mariscos dos veces por semana, al menos. Pescados como el salmón, atún, jurel, albacora y sardinas, son buenas fuentes de ácidos grasos Omega, al igual que los mariscos.
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